La naturaleza es combustible para el alma, dice Richard Ryan, profesor de psicología en la Universidad de Rochester.

«A menudo, cuando nos sentimos agotados recurrimos a una taza de café, pero la investigación sugiere que una forma mejor de obtener energía es el contacto con la naturaleza».

La investigación ha demostrado que las personas con una mayor carga anímica de vitalidad no sólo tienen más energía para las cosas que quieren hacer, sino que también son más resistentes a las enfermedades físicas.

Una de las estrategias para reforzar la salud puede ser pasar más tiempo en entornos naturales agradables. los espacios naturales facilitan la realización de la actividad física, mejoran el funcionamiento del sistema inmune, ayudan a los diabéticos a alcanzar niveles saludables de glucosa en sangre y mejoran el estado de salud funcional y las habilidades de vida de las personas mayores.

En cambio, las zonas con menos espacios verdes se asocian con mayores tasas de obesidad infantil y todo tipo de enfermedades cardiovasculares

El tandem naturaleza y salud no entiende de diferencias sociales ni de desigualdades económicas. Así lo demuestran los resultados de las investigaciones que Kuo y sus colaboradores han realizado, y en las que se midieron indicadores como los ingresos económicos de las personas.

«Si bien es cierto que quienes tienen más poder adquisitivo tienden a tener mayor acceso a la naturaleza y mejores resultados de salud física, aquí las comparaciones muestran que incluso entre personas del mismo nivel socioeconómico, los que tienen mayor acceso a la naturaleza tienen mejores resultados de salud física”, explica la directora del Laboratorio de Paisaje y Salud de la Universidad de Illinois.

Naturaleza y salud, un binomio muy estudiado

Existen múltiples estudios que relacionan naturaleza-salud humana. «Los investigadores han estudiado los efectos de la naturaleza en muchas poblaciones, de tipologías muy distintas. Por ejemplo, han observado a habitantes de Chicago residentes en edificios altos, con un árbol o dos y zonas ajardinadas fuera de los edificios donde viven; a estudiantes universitarios expuestos a presentaciones de diapositivas de escenas naturales mientras estaban sentados en clase; a niños con trastorno por déficit de atención, a personas de la tercera edad en Tokio con diferentes grados de acceso a calles peatonales verdes, y a voluntarios de clase media que pasan sus sábados reconstruyendo ecosistemas de pradera, por nombrar algunos colectivos”, enumera Kuo.

La investigadora señala que “los estudios no han consistido, simplemente, en confiar en lo que los participantes en la investigación informen acerca de los beneficios que para ellos tiene la naturaleza sino que dichos beneficios se han medido, objetivamente, con datos como los de informes sobre delincuencia de la policía, como los de análisis de la presión arterial, como los del rendimiento en pruebas neurocognitivas estandarizadas o como los de mediciones fisiológicas de funcionamiento del sistema inmune».

Zonas verdes, elementos vitales en ciudades

En este sentido, la directora del Laboratorio de Paisaje y Salud asegura que, en lugar de basarse en muestras pequeñas formada por amantes de la naturaleza, los científicos confían cada vez más en estudios elaborados a partir de la opinión y experiencia de segmentos de población que no tienen ninguna relación particular con el medio ambiente.

Así, por ejemplo, un estudio examinó a niños que estaban recibiendo la atención de una red de clínicas dirigidas a población de bajos ingresos.

Lo mismo sucede con indicadores como el nivel de renta, característica que hasta el momento se había ignorado a la hora de realizar trabajos de investigación de este tipo.

Varios de los estudios presentados  confirman que – especialmente en las sociedades industrializadas- recuperar la relación con los espacios naturales es un elemento de gran importancia para mantener el equilibrio mental y físico de las personas.

Ponentes y conferenciantes invitados abordaron el ámbito más científico de esta relación entre naturaleza y salud, con la presentación de los principales resultados del proyecto Phenotype, los bosques terapéuticos y la red aerobiológica de Catalunya.

El proyecto Phenotype es una iniciativa de ámbito internacional liderado por el Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental de Barcelona (CREAL) y el doctor Mark Nieuwnhuijsen.

Durante su exposición, Nieuwnhuijsen destacó que existe una correlación entre el número de árboles que hay en el lugar donde se vive y la tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares. Así, a mayor número de árboles hay una menor tasa de mortalidad por esta causa.

Estas correlaciones también se dan en otros indicadores de salud como: el peso al nacer, el asma o la obesidad infantil, el cáncer de piel o el estrés.

Nuevas propuestas de contacto con la naturaleza

Uno los temas más atractivos de los tratados en las jornadas ha sido el relacionado con los denominados bosques terapéuticos.

A través de la ponencia del Dr. Qing Li, del departamento de Higiene y Salud Pública de la Nippon Medical School, los asistentes pudieron conocer los estudios realizados al respecto en Japón.

Esta terapia forma parte del catálogo de la sanidad pública japonesa. Los resultados demuestran que los enfermos que realizan itinerarios por bosques terapéuticos incrementan de forma sustancial las proteínas anti-cancerígenas, reducen la presión arterial y disminuyen la adrenalina, y todo ello tiene efectos positivos en algunas enfermedades como: el cáncer, las vinculadas a trastornos mentales, pero también en otras enfermedades muy propias de nuestra sociedad (como el estrés, la ansiedad, entre otras).

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